28 junio 2009

Como perdi a una señorita maravillosa

Jamás pierdes cuando amas. Siempre pierdes al dejar de hacerlo.

Jamás olvidaré el día en que vi por primera vez 'un sueño caminando'. Su nombre era Susie Summers (nombre ficticio para proteger a un ser fantástico). Su sonrisa, que brillaba debajo de dos ojos resplandecientes, era fabulosa y hacía que quienes la recibían (en especial los muchachos), se sintieran algo muy especial.
Aunque su belleza física era deslumbrante, yo siempre recordare su belleza invisible. Su preocupación por las personas era verdadera y tenía un gran talento para escuchar. Su sentido del humor hacía que tu día completo brillara y sus sabias palabras eran siempre exactamente lo que uno necesitaba escuchar. No sólo era admirada por todos, sino sinceramente respetada. Tenía todas las características para ser vanidosa y, sin embargo, era sumamente humilde.

Sobra decir que ella era el sueño de todos los muchachos. Y en especial el mío. Conseguí acompañarla a clase una vez al día, y una vez incluso llegué a almorzar solo con ella. Me sentí en la cumbre del mundo.

Yo me decía: 'Si pudiera tener una novia como Susie Summers, jamás volvería a poner mi vista en otra mujer',
Pero llegue a la conclusión de que una persona tan sobresaliente ya tenía que estar saliendo con alguien mucho mejor que yo. Y aunque yo era presidente del cuerpo estudiantil, sabía que no tenía ni la más remota posibilidad.
Así que al graduarme le dije adiós a mi primer gran amor.

Un año después encontré a su mejor amiga en un centro comercial y almorzamos juntos. Con un nudo en la garganta, le pregunté por Susie.
'Bueno, ya se recuperó de ti', fue la respuesta.
'¿De qué hablas?', le pregunté.

'Fuiste en verdad cruel con ella al hacerla pensar que la cortejabas, siempre acompañándola a clase y haciéndola creer que te interesaba. ¿Recuerdas aquella ocasión en que comieron juntos? Bueno, estuvo frente al teléfono todo el fin de semana, estaba segura de que la llamarías y le pedirías que saliera contigo.'

Temía tanto el rechazo, que nunca me arriesgué a que conociera mis sentimientos. Supón que le hubiese pedido que saliera conmigo y que me hubiese respondido que no. ¿Qué es lo peor que podría haber sucedido? Que no hubiese salido con ella. Bueno, ¿sabes qué? DE CUALQUIER MODO NO SALÍ CON ELLA. ¡Lo que me hace sentir peor es pensar que tal vez pude haberlo hecho!

De "Chocolate Caliente para el Alma de los Adolescentes" por Jack Schlatter

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