30 octubre 2017

Ya no hay médicos pacientes

Buenas tardes. ¿En qué puedo servirle?
―Soy el doctor Herbert Vamplew. He venido a ver a un paciente, el señor Fred Frisbee, para hacerle su examen médico anual.
―¡Ah! Sí. Yo soy la señora Frisbee. ¿Tiene usted cita, doctor?
―Sí, a la una. Creo que he llegado temprano.
―No tiene importancia. Por favor, tome asiento en la sala y el paciente estará con usted lo más pronto posible.
―Gracias. Perdone… ¿Quiénes son esas personas que están en la sala?
―¡Oh! Son los doctores Tevis, Katz y Clegensor. El paciente opina que todos los cuidados son pocos. ¿Ha visto usted antes al señor Frisbee?
―Me parece que lo traté de coreopsis aguda en 1983.
―¡Ah! Sí, el paciente solía hacer visitas a los consultorios en aquella época. Bueno, voy a buscar aquí su hoja, doctor. Veamos… Vablow, Vakowski… aquí está: Vamplew. ¡Caramba! ¡Qué mala suerte! Veo que usted ha fallecido.
―Obviamente se trata de un error.
―Es poco probable, doctor. Creo que tendré que abrir un nuevo expediente para usted. Bueno, si tiene la amabilidad de llenar este historial médico…
―¿Mi historial médico?
―Así es. Se le pregunta a qué escuela médica asistió, qué cursos siguió, qué obras tiene publicadas, y a que clubes de golf pertenece. El paciente opina que un conocimiento completo de la historia médica del facultativo es de gran ayuda para evaluar los diagnósticos. Y luego de llenar eso aquí tiene una forma de seguro.
―¿Seguro de gastos médicos?
―¡Por dios! No. Seguro por tratamiento erróneo. Basta que anote aquí la cantidad, el nombre y la dirección de sus aseguradores y, si lo prefiere, que nosotros les pasemos directamente a ellos la cuenta por reclamaciones. En el dorso hay espacio para que haga una declaración financiera completa.
―No creo que…
―Y cuando haya terminado, encontrará un ejemplar de la revista Liberty, para que hojee. Contiene un artículo muy interesante que predice una victoria aplastante de Alf Landon.
Tic-tac, tic-tac, tic-tac…
―Señora Frisbee. ¿Se acuerda de mí, señora Frisbee? Soy el doctor Vamplew y llevo una hora y media esperando ver al paciente.
―No; no nos hemos olvidado de usted, doctor. El paciente va hoy un poco atrasado.
Tic-tac, tic-tac, tic-tac…
―Señora Frisbee, ¡exijo ver al paciente!
―Por favor, no levante la voz. El paciente está en este momento con un médico.
―¿Cuántos médicos están antes que yo?
―Creo que tal vez sea usted el siguiente en pasar, doctor Vamplew. ¿Por qué no me sigue hasta el baño? Después que yo cierre la puerta, sírvase quitarse el saco y ponerse esta chaqueta blanca, con la abertura al frente.
―¿Está usted segura de que no se tardará?
―Segura. Y para que se entretenga, aquí tengo un ejemplar de La guerra y la paz.
Tic-tac, tic-tac, tic-tac…
―Señora Frisbee, llevo en el baño dos horas y 14 minutos, ¡y no voy a esperar ni un segundo más!
―¡Ah! Estaba usted ahí, doctor. Nos preguntábamos dónde lo habíamos puesto. Lo lamentamos pero el paciente tuvo que salir a atender una urgencia. Pero hagamos otra cita, ¿qué le parece? Déjeme ver… Hum… El paciente puede verlo a las 3:30 de la tarde, siete semanas a partir del martes próximo. ¿Podrá venir, doctor? ¿Doctor? ¡Doctor! ¡Válgame dios, qué genio! Ahora tendremos que poner una puerta nueva. Lo malo de los médicos es que no parecen percatase nunca de cuán valioso es el tiempo de una paciente en esta época.

©1984 POR ARTHUR HOPPE. CONDENSADO DE LA REVISTA “MOLE” (MARZO DE 1984) DE WASHINTONG. D.C.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja un comentario escribiendo en el cuadro